Boris Marinkovic

Boris Marinkovic: un impulso al arte queer

Boris Marinkovic (1985) es médico de profesión, se especializó en cirugía general y tiene un Magíster en Educación Quirúrgica del Imperial College y un diplomado en Dirección de Fundaciones e Inversión Social del CEFIS-UAI. En la actualidad, es subdirector académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, donde trabaja para mejorar la calidad de educación en ciencias de la salud. Además, siempre ha estado conectado con el arte en diferentes facetas como el circo, la música, la danza y las artes visuales.

En el año 2015, pasó por una crisis personal producto de la tensión que encontró entre el desarrollo de la identidad personal y la forma en que las personas pertenecen y se integran a la comunidad, especialmente en la academia. A partir de esa situación comenzó a conectarse con el arte, llevándolo a practicar telas aéreas, una disciplina deportiva y artística que rara vez es desempeñada por cirujanos. Esto contribuyó de manera significativa a su crecimiento personal y gracias a esto, comprendió la importancia de la existencia de espacios que promuevan la creatividad para  trabajar su equilibrio interno y externo, facilitando así la conexión con los demás. Esto resulta fundamental para promover formas sanas de vivir en sociedad.

Su adolescencia y adultez temprana estuvieron marcadas por el largo proceso de salir del closet en un ambiente académico que aún era poco inclusivo. La falta de referentes homosexuales que vivieran vidas prósperas lo hacían sentir que nunca iba a ser feliz. Es desde ahí que se entiende la importancia del arte en su historia y las ganas de que otros miembros de la comunidad LGBTIQA+ puedan obtener los beneficios del arte en sus diversas expresiones, ya que para él se transformó en un motor fundamental para su desarrollo personal.

Luego de experimentar el poder y potencial que tiene el arte, Boris, desde su faceta de empresario, deseaba explorar cómo podía usar sus recursos económicos de manera óptima para promover el arte como forma de impactar positivamente en el bienestar y florecimiento humano de la comunidad LGBTIQA+. Su intención es crear una fundación que  se enfoque en cómo el arte puede servir a las disidencias sexuales y de género para catalizar la tensión que existe entre el ser un miembro de las disidencias sexogenéricas y el pertenecer a una sociedad que tiene mucho por avanzar en la inclusión.

Primera Main Ball en Chile by Iconic House of Ninja

Desde Fundación Antenna nos interesa saber más sobre la historia personal y de los nuevos proyectos de nuestro socio. Conversamos con él en la intimidad de su hogar, que está rodeada con obras de artistas queer. Y esto fue lo que nos contó:

Considerando la concepción que tienes de las artes como un todo, ¿Cómo ves la conexión entre todas las áreas artísticas?

Boris: La idea se relaciona con la idea de la persona  renacentista. El arte implica la conexión de diversas áreas del cerebro, creando lo nuevo y novedoso, permitiendo evaluar y dar sentido a las situaciones desde miradas tan diversas que amplíen la posibilidad de comprensión de los desafíos que tiene la sociedad. Esto permite no sólo catalizar el mundo emocional de los individuos sino proponer desde la razón, soluciones creativas, innovadoras y pertinentes a los contextos. Algo parecido a lo que la neurociencia llama sinestesia donde se cruzan los sentidos, como por ejemplo ver sonidos (¿no es acaso esto la lectura?). Al combinar distintas formas de arte, se activan más áreas del cerebro, potenciando el arte resultante. Un ejemplo es el Cirque du Soleil, que integra maquillaje, diseño de vestuario, música, actuación, acrobacia, escenografía y narrativas inspiradoras, creando un espectáculo que es capaz de atraer a un público amplio, activar el cerebro a todo su potencial y maximizar así los beneficios que tiene el exponer o exponerse al arte. Otros ejemplos son el drag y la cultura ballroom, donde se combina performance, maquillaje, vestuario, danza, postura y actuación. Creo que el arte debe abrazarte y ser inclusivo, y cuando converge, genera formas artísticas nuevas y experiencias maravillosas que llenan los sentidos y te nutren profundamente.

En este camino de armar tu fundación llegas a Antenna, ¿Cómo ha sido el proceso de trabajar este proyecto con nosotros?

Boris: Quería crear una fundación de arte o artivismo queer para llenar la brecha que existe entre fundaciones de disidencias sexogenéricas y de arte, ya que si bien existen múltiples iniciativas para el activismo y para el arte, son muy pocas las que trabajan la relación entre ambas. Además la comunidad LGBTIQA+ como beneficiaria, es la menos apoyada por  el tercer sector. Aunque tenía experiencia y contactos en artes circenses y escénicas, desconocía las artes visuales, pero me parecían fundamentales para mi propósito. Me acerqué a Antenna para aprender sobre este ámbito y me hice socio.

Tenía un cierto presupuesto para este apoyo e inicialmente, mi idea era  otorgar el 10%   a cada una de diez disciplinas artísticas que me parecían relevantes para las disidencias sexo genéricas: danza, circo, cultura pop, artes visuales, artes literarias, drag, ballroom, maquillaje, diseño de vestuario y música. Al estudiar más sobre dirección de fundaciones e inversión social, resultaba poco sostenible destinar todo el presupuesto al desarrollo simultáneo de las 10 disciplinas. Ajusté así mi enfoque inicial hacia las artes visuales y la cultura kiki o ballroom, que admiro por su origen, su compromiso con la convergencia artística y su capacidad de crear comunidades protectoras a través de la expresión, pertenencia e identidad.

Además,  la cultura kiki en Chile ha tenido un tremendo desarrollo en los últimos años. Según entiendo, ésta es una subcultura del ballroom que se destaca por su accesibilidad y enfoque en el desarrollo a edades más tempranas, mientras que la cultura Ballroom se centra en la competencia y una estructura más formal y jerárquica. Las personas que pertenecen a esta comunidad muchas veces han sido marginalizadas y por lo tanto su arte se ha precarizado, no desde la calidad artística sino desde las oportunidades que la sociedad les da. Además, muchxs de sus integrantes son personas trans, una de las comunidades que tienen mayores desafíos sociales en cuanto a inclusión, oportunidades y salud. Decidí comenzar con esta comunidad por la admiración que le tengo, por lo inspiradora que es, y por la capacidad que ha demostrado para enfrentar eficientemente los desafíos sociales a través del arte.

Con el área de proyectos de Antenna, y desde mi cercanía como socio, hicimos una investigación sobre arte queer en Chile. Esto nos ayudó a tener una visión más comprensiva sobre qué es el arte queer y a identificar referentes que nos permitieran orientar el enfoque. La colaboración con Antenna no solo enriqueció mi fundación en el ámbito de las artes visuales, sino que también amplió su alcance para ser interdisciplinar e incorporar el concepto de convergencia artística. Así, me ayudaron con el desafío de crear una fundación desde cero, permitiendo que se realizaran más rápidamente iniciativas a través de la colaboración con una fundación que ya tiene un sólido posicionamiento en el ecosistema del arte

¿A quién esperas apoyar con este proyecto?

Boris: Si bien tengo claro que las personas beneficiarias serán de la comunidad LGBTIQA+ con un desempeño artístico en formas de arte queer, aún no se exactamente claro cómo vamos a abordarlo.  Sin embargo, me inspiro en lo que hacen las galerías con la curaduría: identificar nuevos talentos y muy probablemente me enfoque en la población joven, de entre 18 y 25 años, para darles un “empujón” en su desarrollo artístico en ese momento inicial. La idea es apoyar a talentos para que progresen en su calidad técnica, se posicionen en el ecosistema del arte, y se fomente así la convergencia artística de disciplinas para ellxs y entre ellxs.

¿Qué nos puedes adelantar del proyecto?

Boris: En la parte financiera, por ahora tenemos fondos en depósitos mientras elaboramos la creación de la imágen y afinamos las definiciones de la razón de ser, es decir la misión, visión, valores, problema social y propósito. Es fundamental poder elaborar tempranamente un plan de sostenibilidad para no gastar todo el presupuesto en el primer año. Se llamará “Fundación Mecenas para el Desarrollo y Fomento del arte Queer” y su propósito será promover la convergencia, desarrollo de talentos y  posicionamiento del arte queer para la inclusión, identidad y bienestar de la comunidad LGBTIQA+. Estamos trabajando por el momento con un equipo de cuatro personas: Pascal Melnick, un amigo de hace mucho tiempo, bailarín contemporáneo que tiene una perspectiva muy rica y crítica del arte y la danza; May Rabí, mi profesora de tela ingeniera comercial, que ayuda con la parte financiera y de gestión; y Juan José Guzmán, antropólogo con un magíster en Derechos Humanos quién además es profesor de acrobacia aérea. Él está abordando la dimensión sociológica y antropológica de la fundación para que ésta base su quehacer de manera seria en las  necesidades de las comunidades disidentes.

La idea es que la fundación incluya todas las letras de LGBTIQA+, diversas formas de arte y sobre todo, que no se limite a beneficiar a una élite. Aunque tenemos plena conciencia que el equipo inicial proviene de un segmento social bastante privilegiado, queremos hacer la estructura de gobernanza y toma de decisiones con la mayor participación y colaboración posible con las comunidades de arte queer. Para incorporar la diversidad y representatividad de  voces, especialmente de personas trans y comunidades donde el desarrollo del arte está precarizado. Finalmente, nuestro objetivo es constituir una fundación al servicio del bienestar y florecimiento de la comunidad LGBTIQA+, pero siempre desde un enfoque de derechos, inclusión y mirando los desafíos sociales de las personas beneficiarias, promoviendo el arte como una herramienta efectiva para enfrentar dichos desafíos.

De todo lo que nos has contado, ¿Cuál es el rol del arte aquí? ¿Cómo crees que se pueden mejorar las situaciones que hoy enfrentamos como comunidad a través del arte?

Boris: El arte y la comunidad LGBTIQA+ están estrechamente vinculados. Muchas personas de esta comunidad se dedican al arte, resultando en una mayor proporción de personas LGBTIQA+en comparación con la población general. El arte es una poderosa herramienta de expresión, resistencia y pertenencia, que promueve el bienestar de las personas y enriquece las comunidades.

Mi fundación busca fomentar el bienestar de la comunidad LGBTIQA+ a través del arte, permitiendo a las personas expresar su identidad, promover su pertenencia y resistir la imposición de formas hegemónicas de comportamiento, socialización y expresión artística. El concepto de artivismo queer se alinea con la resistencia histórica de Latinoamérica a la hegemonía europea. Queremos que el artivismo queer latinoamericano (artivismo cuir), con Chile a la vanguardia, sea potente y conecte a las personas, creando redes y consiguiendo donantes.

Nuestro objetivo es convertirnos en financiador y potenciador del ecosistema de arte disidente, financiando a personas y comunidades LGBTIQA+ a través de proyectos que protejan su autonomía y el espíritu del arte queer. Muchas veces los fondos concursables actuales no se enfocan en estas comunidades o bien quedan fuera porque sus bases no han sido diseñadas considerando sus particularidades o necesidades específicas.

¿Cómo ha sido esta nueva etapa tuya vinculándote con el arte y cómo crees que sería interesante formar una colección de arte queer?

Boris: Me vinculé mucho con la galería Isabel Croxatto, llegué a ella a través de Antenna de hecho, y me invita a cada evento que hay, ella apoya mucho a artistas queer y está muy comprometida con el concepto de arte queer. Con ella he ido haciendo mi colección, tengo obras de los argentinos Chiachio & Giannone, tengo un bordado que es una drag queen de Paloma Castillo, tengo este cuadro a mis espaldas de José Pedro Godoy que maneja una línea de arte súper homoerótica, unos bordados desnudos del artista argentino Marino Balbuena, y una “Verónica” de Nía de Indias. Empecé a coleccionar hace un año más estudiosamente, la primera obra que compré fue una escultura de Felipe Loyola, después a Pollo Lavín le compré varias cosas porque estaba en una etapa súper emergente y me encantaba lo que estaba haciendo. En general he tratado de privilegiar la temática queer o a artistas de la comunidad. Me encantaría enfocarme de aquí en adelante en comprar obras de artistas emergentes más que de artistas consagrados porque cumple la doble función de coleccionar arte y promover el desarrollo de esos artistas.

Si alguien de la comunidad Antenna te quiere apoyar ¿Cuál sería el llamado que les harías o cuál sería el paso a seguir?

Boris: Creamos recién el instagram @fundacionmecenas. Si bien todavía no hay mucho ahí más allá del propósito y la bajada, vamos a ir potenciándolo y será nuestro principal de comunicación. Así que por ahora los invitamos a que nos sigan y  que estén atentos a cómo evoluciona el proyecto y las convocatorias. Estamos ahora creando legalmente la fundación, ya tenemos listos los estatutos, y estamos trabajando en la imagen de marca. La fundación se llamará “Fundación Mecenas para el Desarrollo y Fomento del Arte Queer”.

El compromiso de Boris con el arte y la comunidad LGBTIQA+ es inspirador, y su proyecto tiene el potencial de abrir nuevas oportunidades para artistas queer, fomentar la convergencia de disciplinas artísticas, y fortalecer la resistencia y pertenencia de esta comunidad a través del artivismo. En Antenna, estamos emocionados de ser parte de este viaje y de ver cómo la visión de Boris se convierte en realidad.

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